AL-ANDALUS
IV. EL CALIFATO OMEYA
Tras
la muerte de Abd al-Rahman, Ibn Hafsun comenzó una guerra civil que
endureció la ya progresiva pérdida del poder central. A estos dos
factores se unieron otros dos de carácter externo: el creciente
poder del Reino de León y el creciente poder fatimí en el norte de
África. A pesar de ello, el nuevo emir, Abd al-Rahman III condujo
al-Andalus a su máximo esplendor. Consiguió poner fin a las
amenazas internas y estableció un control efectivo sobre las marcas.
Los
primeros años de su mandato se caracterizaron por el
restablecimiento de la unidad, interrumpidos brevemente por la
rebelión del rey Ramiro de León. Tras la muerte de este, Abd
al-Rahman III consiguió el reconocimiento de los reinos cristianos
del norte, acompañado de un tributo, y a partir del año 960, el
control musulmán sobre la península fue más completo que en
cualquier otro periodo.
Abd al-Rahman III
Sin
embargo, los aspectos de origen tribal que habían conducido el Islam
a su máximo esplendor se hicieron insostenibles para poder controlar
un imperio de tales dimensiones. Este hecho, unido al poder creciente
de los fatimíes en el norte de África, provocaron nuevas revueltas
que acabaron posicionándose del lado fatimí y su nuevo sistema de
ideas religiosas.
Llegados
a este punto, Abd al-Rahman III se autoproclamó califa y jefe de los
creyentes, para hacer frente al poder fatimí. Este hecho conllevaba
un desafío al poder superior, proclamaba la total independencia del
poder superior.
Abd
al-Rahman III fue sucedido por su hijo al-Hakam. Bajo su reinado, la
estructura del poder centralizado permaneció intacta, así como la
situación interna y externa de al-Andalus. La base de la economía
continuó siendo la agricultura. Se introdujeron técnicas más
progresivas lo que facilitó la obtención de nuevos productos. En
este aspecto agrícola, al-Andalus era la provincia más próspera
del Imperio Islámico. Pero la contribución más específica se
llevo a cabo en el aspecto urbano. Se produjo una revitalización de
las ciudades y el desarrollo de industrias urbanas. En el ámbito
social, a pesar de que los árabes era el sector menos numeroso, era
el más influyente y se produjo una fuerte arabización.
Ruinas de la ciudad de Medina Azahara (Córdoba)
Por
último, en cuanto a las instituciones políticas, el estado omeya
era, ante todo, una autocracia, donde la doctrina jurídica dominante
en al-Andalus era malikí. No quedó nada en este aspecto de origen
visigodo.
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